¿Pero qué tiene que ver esto con el marketing? Se puede aplicar de diferentes maneras. En primer lugar, podemos confirmar que, efectivamente, el empaque -en este caso la situación o ubicación- afecta la forma como percibimos la calidad de un producto. Lógicamente si lo situamos en un teatro de lujo y con entradas a precios elevados, los espectadores podrán percibir la calidad inmediatamente y apreciarlo como es debido. Sin embargo, en este caso inusual, el violinista fue ubicado en un metro de Estados Unidos, donde tocan músicos aficionados, lo cual no es el caso de Joshua Bell, y esto hizo creer a la gran mayoría de que se trataba de un violinista más. Por lo tanto, creo que debemos ponernos a pensar si es que la presentación de los productos que vendemos, o pensamos vender, están transmitiendo el nivel de calidad que deberían.
Por otro lado, me parece que este experimento también se puede aplicar al marketing, en lo que a canales y público objetivo corresponde. Puesto que si colocamos nuestros productos, por más bueno que sean, en un contexto donde nuestro público objetivo no lo encuentre o aprecie; o si no segmentamos correctamente a estos últimos y dejamos que sean como transeúntes distraídos, será poco probable que logremos el éxito y pasemos desapercibidos como le ocurrió al violinista.
Entonces, tenemos que tener que cuenta que no podemos dejar que nuestros potenciales clientes pierdan la oportunidad de probar nuestros productos, sobretodo en estos tiempo, donde todos hasta un músico extraordinario puede pasar desapercibido.
(acá la publicación completa del experimento)